

Los recortes en políticas sociales han dejado a una gran parte de la población sin redes de contención social en medio de una crisis económica. Mientras la pobreza crece, la gestión de Guillermo Montenegro se enfoca en medidas punitivas, sin ofrecer respuestas efectivas a las verdaderas necesidades de los más vulnerables.
El intendente ha optado por operativos de persecución contra personas en situación de calle, trapitos y limpiavidrios, presentándolos como un problema estético que debe ser eliminado de las calles. Estos operativos no solo criminalizan la pobreza, sino que también deshumanizan a los sectores más necesitados, sin ofrecer soluciones reales como políticas de inclusión o programas sociales efectivos.
La pobreza estructural sigue marcando el ritmo de la ciudad, mientras el intendente arrancó su campaña como candidato a senador provincial por la Quinta Sección Electoral, Mar del Plata sigue siendo un claro ejemplo de cómo una gestión centrada en la represión y la persecución social no puede resolver los problemas de desigualdad. Montenegro, en lugar de brindar respuestas concretas para las familias más afectadas, continúa persiguiendo a los más vulnerables y ocultando la pobreza bajo la alfombra de una ciudad que, a pesar de sus esfuerzos, sigue enfrentando una crisis estructural de dimensiones alarmantes.