

El receso invernal dejó un panorama heterogéneo en el turismo argentino. Algunos destinos lograron una ocupación casi total, mientras que otros registraron cifras notablemente más bajas, evidenciando un comportamiento de la demanda marcado por el rumbo de una economía en declive.
Varias ciudades del norte del país y algunos balnearios bonaerenses mostraron una ocupación inferior al 50%, lo que puso en evidencia los efectos de la inflación y la reducción del poder adquisitivo en sectores que habitualmente dependen de la temporada alta para sostener sus economías regionales.
Entre los lugares con mejores resultados se destacaron Bariloche, Ushuaia y Mendoza. Estos destinos consolidaron su atractivo gracias a la buena conectividad y propuestas culturales y gastronómicas, mostrándose como opciones tradicionales para el turismo invernal.
Las estadísticas del sector reflejan que los turistas priorizaron viajes cortos, con paquetes promocionales y destinos accesibles. El aumento de costos de transporte y alojamiento impactó directamente en la elección, generando una distribución desigual de los visitantes entre los distintos polos turísticos.
El balance de las vacaciones de invierno muestra que la recuperación del turismo sigue siendo un desafío, con un comportamiento que privilegia los destinos consolidados y deja a otros frente a la necesidad de diversificar su oferta y mejorar sus estrategias de promoción para las próximas temporadas.